sábado, 7 de abril de 2012

Diecisiete.

Así es, solo faltan tres días para mi cumpleaños. Debería estar contenta, ¿Verdad? Pues no lo estoy.
Los diecisiete siempre ha sido mi edad idealizada; cuando era pequeña y fantaseaba con mi futuro perfecto, en esas fantasías siempre tenía diecisiete años. Me imaginaba más alta, más delgada, con el pelo más largo y sedoso, sin granos, con más tetas... En fin, lo que una adolescente normal desearía, me imagino. Sin embargo ahora me miro en el espejo y sigo siendo yo. La misma chica de siempre. Y el caso es que si algo en mi interior hubiera cambiado, si hubiera algo que me hiciera cambiar de opinión, me daría exactamente igual ser como soy. Quiero decir, no soy una topmodel, pero podría haber sido mucho peor. Mi aspecto físico no es lo que más me preocupa.
El problema es que también sigo siendo la misma por dentro. La misma chica insegura y con ganas de escaparse del mundo cada vez que algo le sale mal, que suele ser a menudo.
La Claudia de mis fantasías mis fantasías, aparte de ser mucho más guapa y con mejor tipo, también era una chica atrevida y luchadora. Le daba igual lo que pensaran de ella y no tenía miedo a perder. Qué casualidad, justo lo contrario de la Claudia real. Ahora que esa burbuja de fantasía va a explotar, toda mi ilusión por mi cumpleaños se ca con ella.
¿Por qué será que quiero todo lo opuesto a lo que puedo tener? Ya sé que nunca sería esa Claudia perfecta, es imposible. Pero me habría conformado con ser... Menos yo. Eso habría sido suficiente para empezar el decimoséptimo año de mi vida con una sonrisa... Y sin embargo aquí me tenéis. Encerrada en mi cuarto, a tres días de mi cumpleaños, en plenas vacaciones de Semana Santa y con los apuntes de mates debajo del iPod que estoy usando a escondidas para escribir esto aunque dudo que alguien lo vaya a leer alguna vez. Al menos una cosa es segura: disimulo de lujo. Por que ni siquiera mi madre, que tiene vista de águila para esta cosas, se ha dado cuenta de mis pocas ganas de cumplir diecisiete cuando me ha propuesto hacer algo esta tarde y le he dicho "No me apetece hacer nada especial". Mejor, porque no habría sabido que decirle. "Es que yo no encajo con las expectativas que tenía de mí misma cuando era una cría". Claro, muy convincente. Y sobretodo, muy coherente. Dicho así suena bastante patético... Pero supongo que así tiene que sonar si soy yo la que lo digo.
Diecisiete... Suena bien, ¿Verdad? Es una pena que no vaya a saber disfrutarlo. Puede que no me lo merezca, pero a fin de cuentas, ¿Quién lo decide? Yo, desde luego, no.