domingo, 5 de febrero de 2012

Más de Audrey Hepburn.

Yo creo en el color rosa. Yo creo que la risa es el mejor quemador de calorías. Yo creo en besar, besar un montón. Creo en ser fuerte cuando todo parece ir mal. Yo creo que las niñas más felices son las chicas más guapas. Creo que mañana será otro día y creo en los milagros.
Para hermosos ojos, mira por el bien de los demás, porque los hermosos labios, hablan sólo palabras de bondad. Y para el equilibrio, camina con la certeza de que nunca estás solo.
Nací con una enorme necesidad de afecto y, una terrible necesidad de darlo.
Se puede saber más de una persona por lo que dice de los demás que por lo que los demás dicen de ella.
Seamos realistas, un agradable pastel cremoso de chocolate puede hacer mucho por un montón de gente, lo hace por mí.


miércoles, 1 de febrero de 2012

Callie, 1864.

1864.
Callie baja del carruaje, sujetando con la punta de sus finos dedos unos pliegues de la suave tela de su vestido. Lila, su color favorito. Alza la cabeza, para mirar al frente a través del ala de su pamela color crema. Hoy será un gran día, piensa. Y sin poder evitarlo una sonrisa juguetona asoma por sus labios.
El amor, cosa extraña. Capaz de cambiar totalmente a una persona en un tiempo récord. Su forma de pensar, de ver la vida... Todo cambia. Y solo porque está él. Él, que le ha enseñado a creer en sí misma; él, que ha jurado cuidarla y protegerla frente a cualquier tipo de mal; él, que daría la vida por ver su sonrisa.Y hoy, por fin, todo ese amor será... oficial. Oficial... Qué palabra más fría y superficial para la intensa realidad que representa, piensa. Pero le es suficiente, le sería suficiente solo con saber que él le corresponde. Acaricia el radiante anillo que desde hace dos días luce en su dedo anular. Mira alrededor, sorprendida de ser la única maravillada ante los destellos que la pieza lanza al ponerse en contacto con la luz tenue del atardecer.
La joven avanza con elegancia a través de la multitud de invitados que su futuro suegro ha invitado al evento. EL amplio jardín está atestado de caballeros señoriales vestidos con prendas que, aun sin ser de gala, les da una aspecto elegante y refinado. Mujeres que visten pomposos vestidos y joyas que reciben más miradas que sus dueñas. Sin embargo, Callie no se fija en ninguna de estas cosas, a pesar de ser observadora. Ella solo tiene ojos para el hombre que se encuentra sentado en el banco de madera, junto al árbol donde se besaron por primera vez. Los ojos castaños se vuelven hacia ella, que le devuelve una mirada azul llena de palabras que solo ellos dos comprenden. Alguien hace sonar una cucharilla contra una copa de cristal de las que hay en las mesas de aperitivos. Liam se pone en pie y avanza hasta el círculo que se está formando alrededor de su padre, quien ha dado la señal. Toma un trago de vino y, tras dejar la copa sobre la mesa y alisarse la camisa, nervioso, procede a pronunciar las palabras que harán que él y Callie puedan estar juntos al fin sin tener que correr el riesgo de ser sorprendidos a media noche. Ambos se miran, ella con lágrimas en los ojos, él con ganas de ir y cogerla entre sus brazos para asegurarse de que no es un sueño. Por que no lo es, piensan, esto está pasando, es real, y es perfecto.